
No sé en cuantas conversaciones en mi mente he visto tus ojos mirando fijamente a los míos. Tu
sin decir nada. Yo diciendo todo con un suspiro profundo y silencioso.
Me tomaste por sorpresa.
Entraste. Llenaste mis ojos, mis oídos, mi ser, mi alma. Yo igual contigo.
Me pregunto tantas cosas.
Retomo las conversaciones. Leo los mensajes y veo las fotos una y mil veces. Trato de analizar lo que dijiste, lo que yo te contesté. Leí lo que dije, analicé lo que respondiste.
Me reí. Lloré. Me frustré. Enternecí. Te quise. Te deseé. Te pregunté en mi mente tantas cosas en mi silencio.
Analicé todo. Luego le pregunté al Universo que me dijera para que me puso en esa situación sino te ibas a quedar. No me contestó.
Entendí que no es mi proceso el que tengo que aceptar. Entendí que no era el tiempo perfecto.
Entendí que yo no entendía nada. Entendí que todo pasa por algo para yo tomar otro sendero.
Entendí que tu camino y el mío se cruzaron en el momento inoportuno, otra vez como en vidas pasadas.




